Hay ciertas cosas que realmente no me gustan de las vacaciones.
Es un poco desagradable volver a casa de tus padres y darte cuenta que no eres ni una diesmilésima parte de lo que eres en la ciudad donde debes arreglártelas por tí mismo para vivir. No es necesario hacer nada y no es que desprecie la vida de parásito que tanto creo que me merezco por soportar tanta hambre y frío - pobre yo :( - allá en Mérida, pero en serio, a veces todo eso aturde.
La falta de dinero, las distancias, el calor y (sobre todo) tener internet y cable en casa y un Playstation de tus hermanos menores con muchos juegos con que entretenerte te hace pensar que la vida debería ser más fácil de lo que es el 80% del tiempo que vives. Y te obliga a plantearte reflexiones de vida: "idiota!, imbécil!, porqué te fuiste de tu casa tan lejos estúpido??. A Mérida, estúpido??!! ¿no se te pudo haber ocurrido un sitio más lejos?".
Nada es tan malo por supuesto. En Puerto Ordaz se pueden hacer muchísimas cosas, pero el problema es que los dos primeros factores que había mencionado anteriormente son determinantes para tener o no unas vacaciones entretenidas. Y otro más: l@s amig@s con l@s que pienses salir. Porque de nada sirve que hace 2 años tuvieras un millón si medio millón está estudiando en el exterior, 250 mil están trabajando de lunes a domingo y de 7:00 am a 30:00 pm, 250 mil más de ellos llegaron y se fueron de vacaciones mientras tu dormías -descansabas- los primeros días y el resto menos uno, saldrán de viaje mañana... para Mérida.
Por supuesto, concluyes que la solución es ese último amigo que queda, en mi caso una gran amiga.
Tatiana, Tatiana... ajá, ok, Tatiana. Ella estudió conmigo desde 4º grado de primaria, hasta 5º año de bachillerato. Digamos que la he visto casi todos los meses desde noviembre del 1992. Y luego... se fué a estudiar a Mérida. Y se la pasa conmigo.
Por eso digo que mañana será un día muy divertido. Tatiana y yo nos burlaremos de Puerto Ordaz y de los pocos que se quedaron sin viajar en vacaciones, jejeje. Conquistando el Macro Centro y yendo a algún café dentro de algunas de esas torres nuevas de cristal que construyeron en nuestra ausencia, eso sí: café no tomaremos, chinotto quizás, porque primero: no queremos caer en modas o rutinas autóctonas de la raza pavita de aquí y segundo: haría bastante calor. Y por lo menos ella está bastante acostumbrada a Mérida, pana.
Por eso digo que mañana tomaremos por sorpresa al vacío centro de Puerto Ordaz. Y le contaremos de nuestra hazaña a nuestros amigos, cuando lleguen de donde estén... desde Mérida y por correo electrónico, por supuesto.
O mejor nos quedamos en su casa... escuchando el disco nuevo de La Puta Eléctrica que trajo de Mérida.
Qué divertido se torna esto, uhmmm...